Campaña Ropa Limpia
—Entrevista con Lut Vansant—
Por Agencia de Iiformación Laboral ENS
En este mundo globalizado, las multinacionales de las grandes marcas de ropa e implementos deportivos, ya se tienen que cuidar de mantener estándares de trabajo decente en sus cadenas de producción, porque afortunadamente los trabajadores y trabajadoras que confeccionan sus prendas tienen un poderoso aliado: los consumidores de estas prendas, organizados a través de redes.
Esa es la labor que hace la Campaña Ropa Limpia (CRL), una red internacional de ONG, sindicatos y organizaciones sociales que, con el apoyo de los consumidores, busca mejorar las condiciones de los y las trabajadoras de la industria de la confección a escala global, pues opera en 14 países europeos y colabora con más de 200 organizaciones de trabajadores de todo el mundo
Coincidiendo con la celebración de la Feria Colombiamoda, esta semana estuvo en Medellín Lut Vansant, representante de la ONG Setem, que coordina la CRL en España, y en tal condición hace seguimiento a las condiciones laborales de las multinacionales de ropa y artículos deportivos en los países del tercer mundo, especialmente en el sudeste asiático, hacia donde las grandes marcas han desplazado sus cadenas de producción, en una labor de acercamiento con organizaciones sindicales y de mujeres.
La siguiente es la conversación que la Agencia de Información Laboral de la ENS tuvo con la señora Vansant, de nacionalidad belga:
¿En qué consiste la Campaña Ropa Limpia, qué pretende?
Pretende apoyar a los trabajadores de la confección en su lucha por mejorar sus condiciones laborales, y lo hace a través de la presión que pueden ejercer los consumidores sobre las grandes marcas de ropa que funcionan a través de cadenas de subcontratación a nivel global. Esto teniendo en cuenta que una empresa tiene 8, 10 hasta 15 eslabones en su cadena de producción en todo el mundo.
¿Cómo afecta la presión de los consumidores el desempeño de una marca de ropa?
La afecta muchísimo, porque la mayoría de estas empresas globales funcionan con base en la publicidad de la marca, esa es su estrategia básica; o sea que no pueden aguantar publicidad negativa. Si aparece un titular de prensa que diga que tal marca está violando los derechos de los trabajadores, se cae su credibilidad. Esto está relacionado con el concepto de responsabilidad social empresarial, de moda en los últimos años, y que muchas empresas aplican para su marketing, para mejorar su imagen de buenas y responsables. Dicen, por ejemplo, nosotros somos los mejores en el cuidado del medio ambiente, aportamos a tal colegio o tal hospital, o acudimos solidarios cuando hay un terremoto o algún otro desastre natural, etc. Cosas que son más bien caritativas. Nosotros les decimos que eso no es responsabilidad social, que eso es una mentira, porque si por un lado dan dinero para 4 trabajadores víctimas de un desastre, por el otro explotan laboralmente a 8 mil trabajadores.
¿Cuál son entonces las exigencias que la CRL le hace a las empresas?
Que cumplan, como mínimo, los 5 derechos básicos que la OIT estipula en el marco del Trabajo Decente, y en especial que haya garantía para la libertad sindical y la negociación colectiva. En caso de que detectemos y documentemos abusos y violación de derechos laborales, establecemos en primer lugar un diálogo con las empresas para ver si asumen su responsabilidad y remedian el caso. Pero si no muestran voluntad, pasamos a la fase siguiente, que es hacerlo público mediante una campaña de contrapublicidad, diciendo que tal marca abusa y viola los derechos de los trabajadores, y para eso reclutamos los apoyos de organizaciones sociales y de consumidores que hacen parte de la red, con el fin de presionar a las empresas.
¿Cómo nació esta Campaña?
Tuvo origen en Holanda, en 1989. Se detectó que una cadena de tiendas de ropa trataba muy mal a las trabajadoras que la confeccionaban, y espontáneamente un grupo de activistas dijo que no podía permitir que eso pasara, que la ropa holandesa estuviera manchada por la sangre de la gente. Y empezaron a denunciar la situación. Pero al principio fuimos muy ingenuos. Insistimos ante las grandes marcas para que aplicaran un código de conducta con los derechos que ellos creían que había que respetar, de obligada aplicación en cada uno de los eslabones de su cadena de subcontratación. Pero pronto nos dimos cuenta de que eso se quedaba en el papel, porque nadie lo aplicaba. Entonces tuvimos que recurrir a otras estrategias.
¿Qué cobertura tiene actualmente la Campaña?
Está en 13 países de Europa. En Estados Unidos y Canadá también tenemos alguna coordinación con activistas, porque los mercados de Europa y Norteamérica están bastante separados en cuanto a la estrategia empresarial. Así tenemos cubiertos los países donde tienen sede todas las empresas internacionales de marca. Y aparte de eso, tenemos contacto con organizaciones de trabajadores en 50 países productores de ropa.
Es una red muy ágil en su funcionamiento, no hay condicionamientos, en cada país funciona como mejor lo considere. En España, por ejemplo, la coordinación la hace Setem, una ONG para el desarrollo con énfasis en el consumo responsable. Asumió la Campaña Ropa Limpia porque es congruente con su razón social. En el País Vasco hay otras ONG, organizaciones de mujeres y consumidores, y los principales sindicatos adheridos a la red. Y cada vez que emprendemos una acción, vamos con todo ese bloque de organizaciones. Lo que sí es determinante es que nunca nos planteamos estrategias que no estén coordinadas con los trabajadores, pues son ellos quienes determinan lo que hay qué hacer, cuándo y cómo.
¿Qué vinculación tiene la campaña con el sindicalismo?
Depende. Si en cada país hay sindicatos que se muevan en el sector de las confecciones y están de acuerdo en apoyarnos, pues nos integramos con ellos. Al principio los sindicatos fueron muy reacios a que las ONG se metieran en el tema de los derechos laborales, pues lo consideraban un tema de su exclusividad. Decían que la negociación colectiva es mejor que el código de conducta que nosotros pregonábamos. El problema es que la negociación colectiva tropieza con sindicatos que sólo se circunscriben al estricto ámbito de su plantilla de trabajadores, y no se preocupan por los trabajadores que laboran para la misma empresa pero en otro lado del mundo. Pero eso ya ha cambiado. Los sindicatos, incluso las centrales sindicales de algunos países, se han acercado mucho a la campaña y ahora hacen parte de la mayoría de las redes nacionales. Es un paso adelante, pues nos hemos dado cuenta de que son los trabajadores mismos los que tienen que tomar el asunto en sus manos. E internacionalmente, cuando hacemos campañas grandes, nos apoyamos en la Federación Internacional de Trabajadores de la Industria Textil.
¿La Campaña tiene apoyo de los gobiernos?
Los gobiernos no forman parte de la red. Es una iniciativa de la sociedad civil. Pero sí interactuamos con los gobiernos, por ejemplo, en el tema de las comparas públicas. Presionamos a autoridades locales y regionales para que la ropa que compran, como uniformes de trabajo, ropa de hospitales, para las fuerzas militares, etc., sea producida en condiciones limpias. Ya hay en varios países bastantes gobiernos del nivel local que nos piden asesoría sobre cómo redactar sus pliegos de condiciones para sus compras.
¿En los años que lleva operando qué hitos ha tenido la Campaña?
Cuando lanzamos la campaña lo hicimos con las marcas más conocidas, sobre todo de indumentaria deportiva: Nike, Addidas, Rebook. Causó mucho impacto en la opinión comparar el costo de producción de una zapatilla deportiva con su precio de venta, para comprobar que era mínima la parte de ese costo que correspondía al trabajador, como una manera de señalar su explotación laboral. Nike, por ejemplo tenía muy mala prensa antes, ahora vemos que es una de las empresa que más pruebas ha dado de querer mejorar sus condiciones laborales. En el mundial de fútbol de Francia en 1998, confrontamos a Nike y Addidas con una campaña que tuvo como slogan: “zapatillas con defectos de fabricación”, y los defectos estaban obviamente en la parte laboral. También aprovechamos el escenario de los Juegos Olímpicos de Beijin para denunciar la ausencia de libertad sindical en China.
¿Fuera de Europa cuál es la implicación de la Campaña?
En Europa ya hay muy poca producción textil, casi toda la han trasladado a otros países, de Asia sobre todo y algo a Suramérica. Pero las empresas siguen manteniendo su sede en su país de origen. Por ejemplo Inditex, que es la mayor empresa de España, tiene siete marcas y produce en más de cien países. Cuando en cualesquiera de estos países detectan algún abuso en talleres que producen para Inditex, entonces apelan a la Campaña y nosotros en España tomamos el caso, vamos donde Inditex e intercedemos para tratar de arreglar el asunto.
¿Y en Colombia, qué alcance tiene la Campaña?
De momento no hemos hecho nada, porque no ha habido ninguna demanda por parte de alguna organización colombiana. Esa también es una de las razones de mi visita: explorar, ver cómo la Campaña Ropa Limpia puede apoyar una estrategia por la presión sobre las empresas internacionales, y ver qué podemos hacer para mejorar las condiciones en el sector de la confección, sobre todo en Medellín y alrededores. En una isita que hicimos al municipio de Don Matías escuché algo que me pareció alentador. Un señor dueño de un taller formal que trabaja para tres marcas extranjeras: Diesel, Nafnaf, Chevignon, nos dijo que a él le obligan a tener toda su plantilla de trabajadores con las prestaciones de seguridad social pagas y a respetar los mínimos que establece la ley. Eso es un avance. En cambio en los talleres que no trabajan para esas marcas, la tendencia es la contraria.
¿Qué estrategias se podrían ensayar aquí en Colombia?
Depende un poco de la voluntad y la posibilidad de la gente implicada. Si los sindicatos colombianos están dispuestos a asumir la defensa de los derechos laborales de la gente que trabaja en los eslabones de la cadena de la confección que no están sindicalizados, sería muy bueno. Pero el ámbito sindical en Colombia es limitado, no hay condiciones para establecer sindicatos en los pequeños talleres de confecciones. Los sindicatos tendrían que cambiar su marco de actuación y buscar formas de organizar los y las trabajadoras de esos talleres.
—Entrevista con Lut Vansant—
Por Agencia de Iiformación Laboral ENS
En este mundo globalizado, las multinacionales de las grandes marcas de ropa e implementos deportivos, ya se tienen que cuidar de mantener estándares de trabajo decente en sus cadenas de producción, porque afortunadamente los trabajadores y trabajadoras que confeccionan sus prendas tienen un poderoso aliado: los consumidores de estas prendas, organizados a través de redes.
Esa es la labor que hace la Campaña Ropa Limpia (CRL), una red internacional de ONG, sindicatos y organizaciones sociales que, con el apoyo de los consumidores, busca mejorar las condiciones de los y las trabajadoras de la industria de la confección a escala global, pues opera en 14 países europeos y colabora con más de 200 organizaciones de trabajadores de todo el mundo
Coincidiendo con la celebración de la Feria Colombiamoda, esta semana estuvo en Medellín Lut Vansant, representante de la ONG Setem, que coordina la CRL en España, y en tal condición hace seguimiento a las condiciones laborales de las multinacionales de ropa y artículos deportivos en los países del tercer mundo, especialmente en el sudeste asiático, hacia donde las grandes marcas han desplazado sus cadenas de producción, en una labor de acercamiento con organizaciones sindicales y de mujeres.
La siguiente es la conversación que la Agencia de Información Laboral de la ENS tuvo con la señora Vansant, de nacionalidad belga:
¿En qué consiste la Campaña Ropa Limpia, qué pretende?
Pretende apoyar a los trabajadores de la confección en su lucha por mejorar sus condiciones laborales, y lo hace a través de la presión que pueden ejercer los consumidores sobre las grandes marcas de ropa que funcionan a través de cadenas de subcontratación a nivel global. Esto teniendo en cuenta que una empresa tiene 8, 10 hasta 15 eslabones en su cadena de producción en todo el mundo.
¿Cómo afecta la presión de los consumidores el desempeño de una marca de ropa?
La afecta muchísimo, porque la mayoría de estas empresas globales funcionan con base en la publicidad de la marca, esa es su estrategia básica; o sea que no pueden aguantar publicidad negativa. Si aparece un titular de prensa que diga que tal marca está violando los derechos de los trabajadores, se cae su credibilidad. Esto está relacionado con el concepto de responsabilidad social empresarial, de moda en los últimos años, y que muchas empresas aplican para su marketing, para mejorar su imagen de buenas y responsables. Dicen, por ejemplo, nosotros somos los mejores en el cuidado del medio ambiente, aportamos a tal colegio o tal hospital, o acudimos solidarios cuando hay un terremoto o algún otro desastre natural, etc. Cosas que son más bien caritativas. Nosotros les decimos que eso no es responsabilidad social, que eso es una mentira, porque si por un lado dan dinero para 4 trabajadores víctimas de un desastre, por el otro explotan laboralmente a 8 mil trabajadores.
¿Cuál son entonces las exigencias que la CRL le hace a las empresas?
Que cumplan, como mínimo, los 5 derechos básicos que la OIT estipula en el marco del Trabajo Decente, y en especial que haya garantía para la libertad sindical y la negociación colectiva. En caso de que detectemos y documentemos abusos y violación de derechos laborales, establecemos en primer lugar un diálogo con las empresas para ver si asumen su responsabilidad y remedian el caso. Pero si no muestran voluntad, pasamos a la fase siguiente, que es hacerlo público mediante una campaña de contrapublicidad, diciendo que tal marca abusa y viola los derechos de los trabajadores, y para eso reclutamos los apoyos de organizaciones sociales y de consumidores que hacen parte de la red, con el fin de presionar a las empresas.
¿Cómo nació esta Campaña?
Tuvo origen en Holanda, en 1989. Se detectó que una cadena de tiendas de ropa trataba muy mal a las trabajadoras que la confeccionaban, y espontáneamente un grupo de activistas dijo que no podía permitir que eso pasara, que la ropa holandesa estuviera manchada por la sangre de la gente. Y empezaron a denunciar la situación. Pero al principio fuimos muy ingenuos. Insistimos ante las grandes marcas para que aplicaran un código de conducta con los derechos que ellos creían que había que respetar, de obligada aplicación en cada uno de los eslabones de su cadena de subcontratación. Pero pronto nos dimos cuenta de que eso se quedaba en el papel, porque nadie lo aplicaba. Entonces tuvimos que recurrir a otras estrategias.
¿Qué cobertura tiene actualmente la Campaña?
Está en 13 países de Europa. En Estados Unidos y Canadá también tenemos alguna coordinación con activistas, porque los mercados de Europa y Norteamérica están bastante separados en cuanto a la estrategia empresarial. Así tenemos cubiertos los países donde tienen sede todas las empresas internacionales de marca. Y aparte de eso, tenemos contacto con organizaciones de trabajadores en 50 países productores de ropa.
Es una red muy ágil en su funcionamiento, no hay condicionamientos, en cada país funciona como mejor lo considere. En España, por ejemplo, la coordinación la hace Setem, una ONG para el desarrollo con énfasis en el consumo responsable. Asumió la Campaña Ropa Limpia porque es congruente con su razón social. En el País Vasco hay otras ONG, organizaciones de mujeres y consumidores, y los principales sindicatos adheridos a la red. Y cada vez que emprendemos una acción, vamos con todo ese bloque de organizaciones. Lo que sí es determinante es que nunca nos planteamos estrategias que no estén coordinadas con los trabajadores, pues son ellos quienes determinan lo que hay qué hacer, cuándo y cómo.
¿Qué vinculación tiene la campaña con el sindicalismo?
Depende. Si en cada país hay sindicatos que se muevan en el sector de las confecciones y están de acuerdo en apoyarnos, pues nos integramos con ellos. Al principio los sindicatos fueron muy reacios a que las ONG se metieran en el tema de los derechos laborales, pues lo consideraban un tema de su exclusividad. Decían que la negociación colectiva es mejor que el código de conducta que nosotros pregonábamos. El problema es que la negociación colectiva tropieza con sindicatos que sólo se circunscriben al estricto ámbito de su plantilla de trabajadores, y no se preocupan por los trabajadores que laboran para la misma empresa pero en otro lado del mundo. Pero eso ya ha cambiado. Los sindicatos, incluso las centrales sindicales de algunos países, se han acercado mucho a la campaña y ahora hacen parte de la mayoría de las redes nacionales. Es un paso adelante, pues nos hemos dado cuenta de que son los trabajadores mismos los que tienen que tomar el asunto en sus manos. E internacionalmente, cuando hacemos campañas grandes, nos apoyamos en la Federación Internacional de Trabajadores de la Industria Textil.
¿La Campaña tiene apoyo de los gobiernos?
Los gobiernos no forman parte de la red. Es una iniciativa de la sociedad civil. Pero sí interactuamos con los gobiernos, por ejemplo, en el tema de las comparas públicas. Presionamos a autoridades locales y regionales para que la ropa que compran, como uniformes de trabajo, ropa de hospitales, para las fuerzas militares, etc., sea producida en condiciones limpias. Ya hay en varios países bastantes gobiernos del nivel local que nos piden asesoría sobre cómo redactar sus pliegos de condiciones para sus compras.
¿En los años que lleva operando qué hitos ha tenido la Campaña?
Cuando lanzamos la campaña lo hicimos con las marcas más conocidas, sobre todo de indumentaria deportiva: Nike, Addidas, Rebook. Causó mucho impacto en la opinión comparar el costo de producción de una zapatilla deportiva con su precio de venta, para comprobar que era mínima la parte de ese costo que correspondía al trabajador, como una manera de señalar su explotación laboral. Nike, por ejemplo tenía muy mala prensa antes, ahora vemos que es una de las empresa que más pruebas ha dado de querer mejorar sus condiciones laborales. En el mundial de fútbol de Francia en 1998, confrontamos a Nike y Addidas con una campaña que tuvo como slogan: “zapatillas con defectos de fabricación”, y los defectos estaban obviamente en la parte laboral. También aprovechamos el escenario de los Juegos Olímpicos de Beijin para denunciar la ausencia de libertad sindical en China.
¿Fuera de Europa cuál es la implicación de la Campaña?
En Europa ya hay muy poca producción textil, casi toda la han trasladado a otros países, de Asia sobre todo y algo a Suramérica. Pero las empresas siguen manteniendo su sede en su país de origen. Por ejemplo Inditex, que es la mayor empresa de España, tiene siete marcas y produce en más de cien países. Cuando en cualesquiera de estos países detectan algún abuso en talleres que producen para Inditex, entonces apelan a la Campaña y nosotros en España tomamos el caso, vamos donde Inditex e intercedemos para tratar de arreglar el asunto.
¿Y en Colombia, qué alcance tiene la Campaña?
De momento no hemos hecho nada, porque no ha habido ninguna demanda por parte de alguna organización colombiana. Esa también es una de las razones de mi visita: explorar, ver cómo la Campaña Ropa Limpia puede apoyar una estrategia por la presión sobre las empresas internacionales, y ver qué podemos hacer para mejorar las condiciones en el sector de la confección, sobre todo en Medellín y alrededores. En una isita que hicimos al municipio de Don Matías escuché algo que me pareció alentador. Un señor dueño de un taller formal que trabaja para tres marcas extranjeras: Diesel, Nafnaf, Chevignon, nos dijo que a él le obligan a tener toda su plantilla de trabajadores con las prestaciones de seguridad social pagas y a respetar los mínimos que establece la ley. Eso es un avance. En cambio en los talleres que no trabajan para esas marcas, la tendencia es la contraria.
¿Qué estrategias se podrían ensayar aquí en Colombia?
Depende un poco de la voluntad y la posibilidad de la gente implicada. Si los sindicatos colombianos están dispuestos a asumir la defensa de los derechos laborales de la gente que trabaja en los eslabones de la cadena de la confección que no están sindicalizados, sería muy bueno. Pero el ámbito sindical en Colombia es limitado, no hay condiciones para establecer sindicatos en los pequeños talleres de confecciones. Los sindicatos tendrían que cambiar su marco de actuación y buscar formas de organizar los y las trabajadoras de esos talleres.
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