Por Carlos Julio Díaz
Presidente Subdirectiva CUT Antioquia
Colombia es un país que ha sido dotada de recursos naturales que si no se tuvieran seria un problema, pero, para nuestros gobernantes, como los tenemos es un problema mayor. Por años Colombia tuvo una gran preocupación ante la posibilidad de que perdiéramos nuestra autosuficiencia en hidrocarburos, pero cuando se hacen anuncios de posibles descubrimientos de mayores reservas de crudo y gas los neoliberales ponen el grito en el cielo ¡Cuidado con la enfermedad holandesa!
Y ahora estamos en la paradoja de que si no llueve es malo… y si llueve también.
Por años hemos escuchado a algunos alarmistas anunciado que las guerras del futuro serán por el agua, en las regiones mineras de Bolivia se presentaron conflictos geopolíticos por el agua, y en Colombia la Carta Política abrió las puertas a la privatización del suministro de agua, lo que han aprovechado multinacionales españolas, y Álvaro Uribe Vélez como presidente intento entregarles los nacimientos y humedales con la ley de paramos, que afortunadamente declaro inexequible la Corte Constitucional, los movimientos sociales y ambientales por su parte promovieron un referendo que pretendía hacer del agua un derecho fundamental que fue hundido en el Congreso.
El agua es pues fuente de conflictos, para la población es un derecho fundamental, pero es a la vez coto de caza de las multinacionales.
La oferta hídrica de nuestro país es de 58 litros por segundo por kilómetro cuadrado, cuatro veces el promedio suramericano y siete veces el promedio mundial, pero tenemos la paradoja que sectores de la población no tienen acceso al agua y las políticas de privatización de los servicios públicos domiciliarios tienen desconectadas a un considerable número de familias pobres por incapacidad de pago.
Colombia tiene el privilegio de ser uno de los países más ricos del mundo en recursos hídricos y tiene una precipitación media anual de 3000 mm, muy superior al promedio mundial que se encuentra en 900 mm. Esto se debe a su ubicación geográfica y sus condiciones de relieve. Tenemos en Colombia más de 1000 ríos permanentes cuando todo el continente africano no posee ni 100.
Si Colombia hubiera construido las obras de infraestructura, los canales, los embalses y las represas requeridas para regular estos recursos hídricos, no solamente se hubiera asimilado en mejores condiciones la ola invernal, sino que Colombia tendría una mayor producción eléctrica, aguas mas que suficientes para distritos de riego para elevar la producción agrícola de alimentos, suministro de agua potable a toda la población, y la utilización del transporte fluvial para integrar y elevar la productividad de la economía nacional.
Las inversiones en infraestructura energética que se construyeron se financiaron con empréstitos especulativos y desarticulados de la economía nacional. En la década de los 90 ante el crecimiento de la deuda por las altas tasas de interés y la devaluación de nuestras monedas, el FMI y el Banco Mundial le exigieron al país subastar a precio de ganga los activos energéticos con destino al pago de la deuda. De esta manera las multinacionales se apropiaron de la mayor parte de la infraestructura energética saqueando a la población con altas tarifas y sin realizar nuevas inversiones para incrementar la capacidad instalada. No obstante sin esta infraestructura la ola invernal hubiera causado mayores tragedias.
Ante la emergencia el gobierno nacional la ha enfrentado canalizando ayuda humanitaria con aportes de la población, teletones y ayudas internacionales. Y como en tragedias anteriores se repiten los actos de corrupción y de uso clientelista de las ayudas con fines electorales por parte de alcaldes y gobernadores.
La ayuda humanitaria es importante y si se hace sin corrupción sería mucho mejor, pero el país no se va a reconstruir de esta manera. Tenemos que construir muchos municipios en lugares diferentes y reconstruir la mayor parte de estos, se necesitan recuperar muchas vías y construir otras, construir viviendas, hospitales, escuelas, puentes, etc, es una oportunidad también para revivir los proyectos ferroviarios, construir túneles, canales, nuevos embalses, todo ello necesario para crear la infraestructura económica y social para un renovado despegue económico.
Los recursos para estos proyectos deben provenir de diferentes fuentes:
1. Emisión primaria del Banco del Republica
2. Eliminación de las exenciones tributarias al capital
3. La prórroga del desmonte del 4 por mil
4. Aumento del impuesto a la tierra
5. Una suspensión o moratoria en el servicio de la deuda publica
Las personas damnificadas por las inundaciones deberían ser contratadas en condiciones de trabajo decente para participar en la construcción de los proyectos señalados.
El gobierno necesita romper con la ortodoxia neoliberal y enfrentar con realismo la ola invernal que sumo mas de 2.2 millones de personas a los 4.5 millones de desplazados por la violencia paramilitar y de los grupos insurgentes. Solo así saldremos de la crisis.
Primero el pueblo… y la deuda… después
Presidente Subdirectiva CUT Antioquia
Colombia es un país que ha sido dotada de recursos naturales que si no se tuvieran seria un problema, pero, para nuestros gobernantes, como los tenemos es un problema mayor. Por años Colombia tuvo una gran preocupación ante la posibilidad de que perdiéramos nuestra autosuficiencia en hidrocarburos, pero cuando se hacen anuncios de posibles descubrimientos de mayores reservas de crudo y gas los neoliberales ponen el grito en el cielo ¡Cuidado con la enfermedad holandesa!
Y ahora estamos en la paradoja de que si no llueve es malo… y si llueve también.
Por años hemos escuchado a algunos alarmistas anunciado que las guerras del futuro serán por el agua, en las regiones mineras de Bolivia se presentaron conflictos geopolíticos por el agua, y en Colombia la Carta Política abrió las puertas a la privatización del suministro de agua, lo que han aprovechado multinacionales españolas, y Álvaro Uribe Vélez como presidente intento entregarles los nacimientos y humedales con la ley de paramos, que afortunadamente declaro inexequible la Corte Constitucional, los movimientos sociales y ambientales por su parte promovieron un referendo que pretendía hacer del agua un derecho fundamental que fue hundido en el Congreso.
El agua es pues fuente de conflictos, para la población es un derecho fundamental, pero es a la vez coto de caza de las multinacionales.
La oferta hídrica de nuestro país es de 58 litros por segundo por kilómetro cuadrado, cuatro veces el promedio suramericano y siete veces el promedio mundial, pero tenemos la paradoja que sectores de la población no tienen acceso al agua y las políticas de privatización de los servicios públicos domiciliarios tienen desconectadas a un considerable número de familias pobres por incapacidad de pago.
Colombia tiene el privilegio de ser uno de los países más ricos del mundo en recursos hídricos y tiene una precipitación media anual de 3000 mm, muy superior al promedio mundial que se encuentra en 900 mm. Esto se debe a su ubicación geográfica y sus condiciones de relieve. Tenemos en Colombia más de 1000 ríos permanentes cuando todo el continente africano no posee ni 100.
Si Colombia hubiera construido las obras de infraestructura, los canales, los embalses y las represas requeridas para regular estos recursos hídricos, no solamente se hubiera asimilado en mejores condiciones la ola invernal, sino que Colombia tendría una mayor producción eléctrica, aguas mas que suficientes para distritos de riego para elevar la producción agrícola de alimentos, suministro de agua potable a toda la población, y la utilización del transporte fluvial para integrar y elevar la productividad de la economía nacional.
Las inversiones en infraestructura energética que se construyeron se financiaron con empréstitos especulativos y desarticulados de la economía nacional. En la década de los 90 ante el crecimiento de la deuda por las altas tasas de interés y la devaluación de nuestras monedas, el FMI y el Banco Mundial le exigieron al país subastar a precio de ganga los activos energéticos con destino al pago de la deuda. De esta manera las multinacionales se apropiaron de la mayor parte de la infraestructura energética saqueando a la población con altas tarifas y sin realizar nuevas inversiones para incrementar la capacidad instalada. No obstante sin esta infraestructura la ola invernal hubiera causado mayores tragedias.
Ante la emergencia el gobierno nacional la ha enfrentado canalizando ayuda humanitaria con aportes de la población, teletones y ayudas internacionales. Y como en tragedias anteriores se repiten los actos de corrupción y de uso clientelista de las ayudas con fines electorales por parte de alcaldes y gobernadores.
La ayuda humanitaria es importante y si se hace sin corrupción sería mucho mejor, pero el país no se va a reconstruir de esta manera. Tenemos que construir muchos municipios en lugares diferentes y reconstruir la mayor parte de estos, se necesitan recuperar muchas vías y construir otras, construir viviendas, hospitales, escuelas, puentes, etc, es una oportunidad también para revivir los proyectos ferroviarios, construir túneles, canales, nuevos embalses, todo ello necesario para crear la infraestructura económica y social para un renovado despegue económico.
Los recursos para estos proyectos deben provenir de diferentes fuentes:
1. Emisión primaria del Banco del Republica
2. Eliminación de las exenciones tributarias al capital
3. La prórroga del desmonte del 4 por mil
4. Aumento del impuesto a la tierra
5. Una suspensión o moratoria en el servicio de la deuda publica
Las personas damnificadas por las inundaciones deberían ser contratadas en condiciones de trabajo decente para participar en la construcción de los proyectos señalados.
El gobierno necesita romper con la ortodoxia neoliberal y enfrentar con realismo la ola invernal que sumo mas de 2.2 millones de personas a los 4.5 millones de desplazados por la violencia paramilitar y de los grupos insurgentes. Solo así saldremos de la crisis.
Primero el pueblo… y la deuda… después
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