25 de julio de 2009

El 20 de julio no hubo independencia

Germán Patiño
Conocí, gracias a Lily Mosquera de Jensen, una carta de Tomás Cipriano de Mosquera escrita al Prefecto Municipal de Popayán en 1878. En ella, declina la invitación que el Prefecto le ha hecho para que participe en una junta destinada a preparar la celebración del 20 de julio de 1879. La razón, según lo escribe Mosquera, es que jamás ha reconocido al 20 de julio de 1810 como Día de la Independencia.


Tomás Cipriano, que sabe de lo que escribe, ya que él mismo es uno de los héroes de esa gesta Patria, aduce dos tipos de razonamientos para desconocer la fecha que hoy celebramos. Primero, recuerda que el 20 de julio de 1810 no fue el primer evento de su tipo en lo que actualmente es territorio colombiano, como tampoco en lo que a comienzos del Siglo XIX era territorio neogranadino. Llama la atención sobre el hecho de que Cartagena antecedió a Santafé, lo mismo que Quito, Caracas y El Socorro –se le olvidó mencionar a Cali, Funes y Tumaco. Y que no existía entonces unidad nacional que permitiera considerar al suceso de Santafé como el más significativo de todo el territorio.

En segundo lugar, Mosquera coloca el ejemplo de Mompox, cuyo cabildo declaró la independencia de España el 6 de agosto de 1810, para poner en evidencia que el 20 de julio en Bogotá no se declaró ninguna independencia. De hecho, en Santafé, al igual que en Quito, Cartagena y Caracas, lo mismo que en Funes, Cali, El Socorro y Tumaco, se siguió jurando fidelidad a la corona española y a su rey Fernando VII (“nuestro bienamado Fernando”), y su lucha se circunscribió al reclamo por la autonomía provincial.

Para Mosquera, la única ciudad de la Nueva Granada que levantó su voz para oponerse al dominio español en 1810 fue Mompox, y su sacrificio y valor merece la eterna gratitud de los colombianos. De hecho, Mompox pagó caro su audacia. Cartagena, que también luchaba por la autonomía, como lo hicieron Cali y Santafé, entre otras ciudades, le declaró la guerra a los momposinos en una actitud vergonzosa de su aristocracia criolla. En 1814, el gobierno de Cartagena se vio obligado a pedirle perdón a Mompox por aquella postura traicionera de los patricios cartageneros.

Este hecho triste de nuestra historia demuestra cómo los autonomistas de 1810 no eran patriotas, pues su lucha no era contra España y su monarquía, hasta el punto de que los dirigentes de una ciudad autonomista eran capaces de entrar en guerra con cualquiera que osara plantear el tema de la independencia de España. Y no sólo en Cartagena.

En Cali también. Joaquín de Cayzedo, el principal autonomista caleño, según lo demostró el historiador Gustavo Arboleda, se comprometió personalmente en la guerra de los españoles contra Quito, cuando esa ciudad ecuatoriana, en 1809, inició los levantamientos autonomistas. Cayzedo recogió recursos para comprar armas y se refirió a los autonomistas ecuatorianos tratándolos de “traidores quiteños”. Sólo que, a diferencia de los cartageneros, Cayzedo nunca pidió perdón a los quiteños cuando los hechos políticos lo obligaron a recorrer también el camino de la autonomía. Sobra recordar que los autonomistas de Quito fueron cruelmente masacrados.

No sé los demás, pero para mí Tomás Cipriano de Mosquera tenía razón: nuestro Día de la Independencia es el 6 de agosto de 1810, que recuerda a la valerosa Mompox, y no el 20 de julio, cuando ni siquiera se proclamó la independencia de España.

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