14 de noviembre de 2011

La maldición del oro negro

Por Oscar Vanegas Angarita*

A raíz de las protestas sociales que se han adelantado en el Meta desde el pasado mes de junio, producto de la inconformidad de los trabajadores y comunidades petroleras, la Unión Sindical Obrera (USO) publicó una excelente e inmejorable edición especial de su periódico FRENTE OBRERO (Año VIII No. 20), el cual tituló con el nombre que lleva este artículo. Y es que no hay mejor nombre para llamar a la andanada de consecuencias nocivas para la población local, que llegan detrás de las tractomulas donde se transportan los taladros utilizados para la explotación petrolera:


Las guerras por el petróleo

A pesar de que el nombre de las guerras libradas durante el siglo XX en el mundo no contiene la palabra petróleo, éste ha sido el verdadero motivo de éstas, incluyendo la primera y segunda guerra mundial. Los acontecimientos mundiales de la última década corresponden a jugadas geopolíticas lideradas por las potencias occidentales, quienes ven su futuro comprometido por las cada vez más escasas fuentes energéticas naturales y minerales, no sólo en sus territorios sino también en la mayoría de los países “cándidos” tercermundistas que consideran sus aliados.

Las intervenciones en Afganistán (segundas reservas mundiales de litio), Irak, Libia y, posiblemente muy pronto, en Irán y su aliada Siria, corresponden a operaciones militares encubiertas o “black ops”, rotulando a estos países “no cándidos” y débiles militarmente, como terroristas; donde el verdadero interés está oculto en las agendas y alianzas secretas de los gobiernos imperialistas invisibles, que buscan como fin último el control de las grandes reservas naturales energéticas y mineras que están depositadas en estos territorios.

Algunas de estas guerras no son cubiertas por los medios de comunicación, y cuandolo son, no mencionan al petróleo como su causa. Los gobiernos del nortedel África están siendo derrocados por la oposición armada y la noticiasólo abarca el odio entre ambas partes y casi nunca a los actores queestán detrás de bambalinas como lo son las multinacionales petroleras ylos gobiernos extranjeros que respaldan a cada una de ellas.

Para asegurar el control corporativo sobre el petróleo, se han declaradomuchas guerras que han dejado millones de muertos, y se seguirán desatando muchas más alrededor del mundo.El petróleo es poder y el poder necesita controlar al petróleo. Las guerras -con o sin un componente ideológico- siempre son terribles. Las guerras petroleras -estrechamente vinculadas al dinero y al poder- son aún peores.

Detrásde los nombres de presidentes y dictadores están los de actores muchomás poderosos: Exxon/Mobil, Chevron, Shell, British Petroleum,y sus parientes cercanos. Estos son los que derrocan a presidenteselectos y dictadores para reemplazarlos con dictadores o presidentes másamigables como está ocurriendo, repito, en el norte de África y Medio Oriente. EnLatinoamérica el próximo en ser derrocado, probablemente, será Hugo Chávez, porqueVenezuela está sobre un mar de petróleo y no es un gobernante “cándidoni arrodillado” ante los intereses gringos (no son gratis las sancionescontra PDVSA y la inclusión en la Lista Clinton de sus más altosfuncionarios - ¡están abonando el terreno!).


Las guerras sin armas

Pero el petróleo no sólo está detrás de guerras militares, golpes deEstado y campañas electorales presidenciales. El petróleo es tambiénresponsable de las innumerables guerras sin armas que destruyen comunidades enteras alrededor del mundo yparticularmente en los trópicos. Muchas comunidades indígenas y otraspoblaciones locales han sido borradas del mapa o han tenido que enfrentarsituaciones terribles debido alos impactosambientales, sociales, económicos y culturales resultantes de laexploración y explotación petrolera en sus territorios, así como de laviolación generalizada de sus derechos humanos.

La inmigración de personas trae consigo una serie de nuevas enfermedades, a las que no está adaptado el sistema inmunológico de los habitantes nativos, como ocurrió con la llegada de los Conquistadores Españoles a América, destruyendo comunidades enteras. Igualmente se arrasan las especies nativas de fauna y flora, y se pierden los bailes y la cultura indígena en general, pues las comunidades experimentan cambios en sus costumbres.

Colombia no es la excepción. En nuestras regiones petroleras cada día aumenta la problemática social, liderada por una mayor miseria, producto de la inmigración descontrolada de familias pobres que buscan, falsamente, en el “oro negro” una oportunidad para salir de su precaria situación económica. Generalmente el uso de mano de obra local y descalificada no supera el 5 por ciento de la fuerza laboral que utilizan las petroleras; esto lleva a la proliferación de la prostitución como alternativa de vida y al alcoholismo como consecuencia secundaria. Otro cáncer que aparece es la corrupción política, producto de la llegada de dineros públicos en forma de regalías, a unos entes territoriales que carecen de planeación y buenos gobernantes.

Otra de las siete plagas que deja la industria petrolera son los pasivos ambientales. En 90 años de explotación petrolera en Colombia, los daños ambientales son incalculable y su costo impagable. Observemos por ejemplo lo que está pasando en los llanos orientales, particularmente en el río Upía (Meta), donde prácticamentedesapareció la pesca artesanal y el sustento de decenas de familias, como consecuencia del agua residual del petróleo echada sobre su cauce durante los últimos cuatro años.

“En estas regiones los ríos se secan, la prostitución abunda, la población aumenta, los arriendos se elevan, la delincuencia aparece, y la agricultura y la ganadería son abandonados” afirma Rodolfo Vecino, presidente de la USO, en el editorial del periódico; quien agrega: “la gente más pobre solo mira impávida la salida de tractomulas llenas de oro negro que estaba en el vientre de sus tierras, y que hoy es cuidado por las autoridades colombianas en beneficio de las multinacionales a quienes se les ha concedido la explotación de miles de hectáreas”.


Autoridades cómplices y leyes laxas

La mayoría de empresas petroleras en el mundo violan la legislación ambiental interna y los tratados internacionales, pues cuentan con la complacencia de las autoridades ambientales. En Colombia las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) expiden licencias ambientales de forma irresponsable, sin aplicar controles serios, y ante los reclamos de las comunidades responden que las licencias les permiten a las petroleras cierta contaminación y que éstas se encuentran incluso por debajo de los parámetros establecidos.El meollo del asunto gira un poco en torno a los funcionarios de estas Corporaciones Regionales, quienes por sus pocos conocimientos técnicos y su falta de sensibilidad ambiental tienden una cortina de humo para ocultar la realidad y el fondo del asunto. Igualmente, hay muchísima ausencia de voluntad política por parte de los parlamentarios para legislar con normas más estrictas, porque sencillamente son manipulados por el gobierno nacional y las multinacionales con el cuento de la bonanza petrolera.

Sobre este asunto me pregunto: ¿Dónde están vaciando los más de 2 millones de barriles diarios de agua residual que se producen en Caño Limón? y¿Quién vigila el proceso de tratamiento de los más de 3 millones de barriles de agua que se producen diariamente en los campos de Castilla, Chichimene, Suria, Apiay, Rubiales, Quifa, Pirirí, entre otros, en el Meta?

En materia laboral, en Colombia la explotacióncontractual a través de la tercerización, junto con las condiciones inhumanas de trabajo (altas temperaturas, exposición a químicos contaminantes, hacinamiento habitacional), y las extenuantes jornadas, de hasta 18 horas diarias en algunos casos y hasta 30 días sin descanso en otros, son una constante en las empresas junior, microempresas y contratistas de poca monta de la industria petrolera. Éstas se encuentran en su “salsa” porque las leyes laborales son laxas y permiten esta explotación a través de cooperativas; que incluso, llegan a demorarles, a “sus” trabajadores, durante meses, los irrisorios salarios, que poco alcanzan en un medio donde reina la hiperinflación.


Malas políticas petroleras y abandono del Estado

Lo peor de todo está en la parte económica, social y cultural. Económicamente las zonas productoras de la riqueza del subsuelo, que hoy reciben el grueso de las regalías, en unos años recibirán las boronas que caen de la mesa, pues con la última reforma al sistema general de regalías, la gran torta se la llevarán otras regiones.

La proliferación de males sociales se debe a la ausencia del Estado quien se recuesta en las empresas petroleras y no atiende -con el desarrollo de programas educativos, preventivos, recreativos y de empleo alternativo- las necesidades que nacen a la par con la industria petrolera. Los servicios públicos, en particular los de salud, acueducto y alcantarillado, son pésimos, de muy bajo nivel y poca cobertura en poblaciones que crecen aceleradamente.

Esta ausencia del Estado promueve la violencia y la anarquía, porque la población pierde la confianza y la credibilidad en las instituciones. La falta de oportunidades laborales para la población nativa es un caldo de cultivo para el reclutamiento de nuevos combatientes por parte de los grupos armados al margen de la ley, con lo cual se aleja aún más nuestro sueño de paz. “la paz se logra cuando haya una distribución equitativa de tierras, de la riqueza del subsuelo, y cuando haya una reinversión social de una renta petrolera y minera justa. No es posible que las multinacionales se lleven toda la riqueza y aquí nos quedemos solo con la destrucción” afirmó Tarcisio Mora, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), en un diálogo social desarrollado en Puerto Gaitán, Meta, a raíz de las protestas de los trabajadores petroleros; donde el gobierno… “se mostró impotente frente al accionar de las empresas, concesionándoles no solo la explotación petrolera, sino la integridad del territorio al no hacer presencia con las autoridades legalmente establecidas exigiendo el cumplimiento de las leyes de nuestro país; pero sí se hizo sentir con el ESMAD, agrediendo las protestas pacíficas de los trabajadores, con tratamiento de guerra”, agregó Oscar García, secretario de Asuntos Energéticos de la USO.


Conclusión

Hoy los municipios petroleros tienen más problemas que antes: primero, se volvieron más inseguros al entrar en acción los seudopatriotas de los grupos armados de extrema izquierda y/o de ultra derecha, que se arropan en la bandera para justificar su andanada violenta; segundo, se generó una camarilla de bandidos de cuello blanco, que se camuflan en la política para dar el raponazo; tercero, presentan olas migratorias inmensas de mano de obra, sobre todo no calificada, que disparan la población con barrios subnormales emergentes, generalmente de invasión, tal vez atraídos por el espejismo de la sobre oferta de empleo, cogiendo a los entes territoriales “con los calzones abajo” en materia de infraestructura, saneamiento básico, educación, salud, etc.; donde los escasos recursos que reciben por regalías no dan un brinco para satisfacer las necesidades básicas que dignifiquen los niveles de vida de los advenedizos y propios; viéndose obligadas a pignorar las regalías futuras o vender a las empresas privadas, a precio de saldo, los pocos activos o sectores de lo que antaño estaba considerado propiedad pública; y cuarto, después de 15 o 20 años de explotación (aunque ahora las concesiones son a perpetuidad), las empresas multinacionales (que hacen importantes donaciones a las campañas políticas) se van con los bolsillos llenos y nos dejan un inmenso hueco lleno de desolación, violencia, pobreza, destrucción de frágiles ecosistemas con daños ambientales irreparables, y sobre todo, un gran repudio ciudadano por aquellos gobernantes y legisladores que años atrás fueron manipulados, seducidos, sobornados y extorsionados por ese cuerpo élite de modernos “pistoleros” que protegen los intereses de las grandes multinacionales.

Por todo lo anterior y mucho más, en el argot popular petrolero, desde Libia a Angola y desde Indonesia a Ecuador, se dice que el "oro negro" ha sido el “estiércol del diablo” para los pueblos locales y su medio ambiente.

¡Cómo hace de falta en este país una ley marco de hidrocarburos!

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