Contrario al disfrute de miles de espectadores que asisten a este certamen deportivo, venteros informales de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot -UDAG- de la ciudad de Medellín no ven la bonanza que aparecía como profecía mediática. No se ha visto “la gran afluencia de turistas extranjeros”, como se había especulado, los anillos de seguridad que encierran la unidad deportiva, instalados en los días en que hay partidos, están afectando las ventas, ya que el ingreso al complejo deportivo es permitido sólo a quien tiene boleto.
Tomado de Periódico Periferia No. 65
Las ventas por el suelo
De treinta a cuarenta años, sin moverse de la UDAG, han sobrevivido de la venta informal, dicen varias personas dedicadas a este oficio. Dicen que han presenciado celebraciones de eventos futbolísticos, musicales, deportes de toda índole, y por ello han tenido algo que comer. Pero hace aproximadamente un año, en palabras del ventero Andrés Murillo, “las ventas han disminuido en un 60%”.
Según algunos venteros, los anillos de seguridad implementados, si bien son necesarios en los partidos de fútbol tipo A para preservar el orden, son innecesarios en este mundial, pues “a este certamen asiste un público diferente, muy amigable y respetuoso, que no hace parte de barras bravas. Por eso hasta el momento no se han visto peleas u otro tipo de alteraciones”.
Pero no son sólo los anillos de seguridad los que afectan las ventas. En un primer momento, hasta un día antes del primer partido del mundial, había una restricción en la venta de cerveza dentro de la unidad deportiva. Esta venta es justamente la que alivia un poco el bolsillo de vendedores y vendedoras. Hasta entonces sólo se autorizaba la venta de bebidas de propiedad de Coca Cola, una de las marcas patrocinadora del certamen. Esto generó malestar en venteras/os y anunciaron una marcha en los alrededores de la UDAG, precisamente en el día de la inauguración, en protesta por esta medida y por los anillos de seguridad.
Se levantó entonces la prohibición de vender cerveza, aunque sólo se permitía en vaso desechable. La propuesta de marchar se mantuvo en pie hasta la mañana de ese viernes 29 de julio, pero cerca de 20 miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios y una tanqueta de la policía impidieron su realización, así fuera sólo por la acera. De marcha pensada pasó a plantón de protesta, que sólo contó con 20 de los/as 298 venteras/os de la unidad deportiva, y un acompañamiento en solidaridad de la Central Unitaria de Trabajadores –CUT- y la Unión General de Trabajadores Informales e Independientes –UGTI-.
La situación les pinta maluca
Betsabé, mujer oriunda del Chocó, dice haber llegado a esta unidad deportiva hace más treinta años, vendiendo en un principio chuzos de carne. Ahora, administrando la bodega de la Cooperativa de Venteros –Cooventeros-, indica que las ventas han disminuido en gran parte por la transformación de la infraestructura de la unidad deportiva. “Antes aquí venían niños/as a disfrutar de los parques infantiles, se hacían a cada rato picaditos de futbol, venían familias a pasar un buen rato de esparcimiento, así no fuera para hacer deporte; pero ahora, luego de la remodelación de los escenarios deportivos para los IX Juegos Suramericanos –realizados en marzo del 2010-, ya no hay ni parqueaderos para los/as visitantes ni parques infantiles y mucho menos se permite los picaditos, ahuyentando así gente que nos compraba”.
Dicha transformación, además de los escenarios deportivos, implicó para los/as venteras/os una nueva dinámica económica: la construcción de módulos para ejercer su actividad comercial, condicionándose a través de un contrato con la administración municipal denominado de “aprovechamiento económico del espacio público”, en donde el pago de arriendo es entre 60 mil pesos y 80 mil pesos mensuales, “dependiendo de la ubicación comercial del módulo”, según lo manifiesta el ventero del lugar y secretario de la UGTI, Eduardo Pamplona.
Actualmente se ve gran parte de los módulos cerrados, y como lo manifiesta Eduardo Pamplona, “sólo se ven abiertos los módulos cuando hay grandes eventos y en los días en que se sabe habrá gran afluencia de personas”. Un ejemplo de ello son los días domingo, pues el INDER –Instituto de Deportes y Recreación de Medellín- organiza actividades deportivas y recreativas en las horas de la mañana, como son las ciclovías y los ejercicios aeróbicos; y algunas veces en las tardes dominicales se desarrollan partidos de futbol profesional en el estadio. El resto de los días de la semana la soledad es abrumadora, tanto por los módulos cerrados como por la poca afluencia de visitantes, aspecto que señalan con bastante preocupación los/as venteras/os: “antes, las ventas eran mejores”.
Es tanta la disminución en las ventas que las consecuencias se traducen, según algunos/as venteros/as, en deudas. Compuestas principalmente por el atraso en el pago del arriendo del módulo, el pago de los servicios públicos –a pesar de la financiación hecha anteriormente por la alcaldía para cubrir esta deuda- y los préstamos para inversión. En este último señalan que se han visto forzados por la situación a recurrir a los préstamos denominados “gota a gota”, con intereses devoradores, ya que las entidades bancarias no les aprueban las solicitudes de crédito o no les prestan el dinero suficiente para invertir.
Ante este panorama, la tarea de la Mesa de trabajo -un espacio compuesto por cinco representantes de diferentes zonas de la unidad deportiva- “en miras de buscar y generar propuestas ante la alcaldía y la administración de la UDAG, se ha visto truncado en su interlocución y con poca comunicación entre algunos dirigentes de la Mesa y las/os venteros/as”, tal y como lo expresan varias/os venteras/os. Además, la sensación de desconfianza de esta población hacia la institucionalidad pública la expresan como respuesta al incumplimiento de propuestas por parte de varias administraciones municipales, que busquen el mejoramiento y la dignificación del trabajo; la incomprensión de algunos funcionarios públicos con respecto a la dinámica y problemáticas de las ventas informales y la pobre labor de difusión sobre intervenciones en la UDAG sin tener en cuenta la posición de los/as venteras/os. En palabras de Eduardo Pamplona, esta situación, si no se soluciona, se puede convertir en una “papa caliente”.
Por el momento seguirá la lucha de estas personas, que muchas de ellas se niegan a dejar el oficio de la venta informal, “sosteniendo constantemente los diálogos con la alcaldía y con la administración de la UDAG en la búsqueda de soluciones”, como lo dice Eduardo. Pero, como sugiere Betsabé desde su convicción, “es que cuando todos(as) vamos por el mismo objetivo, a defendernos porque nos vulneran el derecho al trabajo digno, se consiguen muchas cosas y se logra lo que se propone. Pero mientras no exista la presión que nos obligue a actuar y no enfrentemos nuestros problemas, estaremos desunidos/as…y quien quita que nos saquen de aquí”.
Tomado de Periódico Periferia No. 65
Las ventas por el suelo
De treinta a cuarenta años, sin moverse de la UDAG, han sobrevivido de la venta informal, dicen varias personas dedicadas a este oficio. Dicen que han presenciado celebraciones de eventos futbolísticos, musicales, deportes de toda índole, y por ello han tenido algo que comer. Pero hace aproximadamente un año, en palabras del ventero Andrés Murillo, “las ventas han disminuido en un 60%”.
Según algunos venteros, los anillos de seguridad implementados, si bien son necesarios en los partidos de fútbol tipo A para preservar el orden, son innecesarios en este mundial, pues “a este certamen asiste un público diferente, muy amigable y respetuoso, que no hace parte de barras bravas. Por eso hasta el momento no se han visto peleas u otro tipo de alteraciones”.
Pero no son sólo los anillos de seguridad los que afectan las ventas. En un primer momento, hasta un día antes del primer partido del mundial, había una restricción en la venta de cerveza dentro de la unidad deportiva. Esta venta es justamente la que alivia un poco el bolsillo de vendedores y vendedoras. Hasta entonces sólo se autorizaba la venta de bebidas de propiedad de Coca Cola, una de las marcas patrocinadora del certamen. Esto generó malestar en venteras/os y anunciaron una marcha en los alrededores de la UDAG, precisamente en el día de la inauguración, en protesta por esta medida y por los anillos de seguridad.
Se levantó entonces la prohibición de vender cerveza, aunque sólo se permitía en vaso desechable. La propuesta de marchar se mantuvo en pie hasta la mañana de ese viernes 29 de julio, pero cerca de 20 miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios y una tanqueta de la policía impidieron su realización, así fuera sólo por la acera. De marcha pensada pasó a plantón de protesta, que sólo contó con 20 de los/as 298 venteras/os de la unidad deportiva, y un acompañamiento en solidaridad de la Central Unitaria de Trabajadores –CUT- y la Unión General de Trabajadores Informales e Independientes –UGTI-.
La situación les pinta maluca
Betsabé, mujer oriunda del Chocó, dice haber llegado a esta unidad deportiva hace más treinta años, vendiendo en un principio chuzos de carne. Ahora, administrando la bodega de la Cooperativa de Venteros –Cooventeros-, indica que las ventas han disminuido en gran parte por la transformación de la infraestructura de la unidad deportiva. “Antes aquí venían niños/as a disfrutar de los parques infantiles, se hacían a cada rato picaditos de futbol, venían familias a pasar un buen rato de esparcimiento, así no fuera para hacer deporte; pero ahora, luego de la remodelación de los escenarios deportivos para los IX Juegos Suramericanos –realizados en marzo del 2010-, ya no hay ni parqueaderos para los/as visitantes ni parques infantiles y mucho menos se permite los picaditos, ahuyentando así gente que nos compraba”.
Dicha transformación, además de los escenarios deportivos, implicó para los/as venteras/os una nueva dinámica económica: la construcción de módulos para ejercer su actividad comercial, condicionándose a través de un contrato con la administración municipal denominado de “aprovechamiento económico del espacio público”, en donde el pago de arriendo es entre 60 mil pesos y 80 mil pesos mensuales, “dependiendo de la ubicación comercial del módulo”, según lo manifiesta el ventero del lugar y secretario de la UGTI, Eduardo Pamplona.
Actualmente se ve gran parte de los módulos cerrados, y como lo manifiesta Eduardo Pamplona, “sólo se ven abiertos los módulos cuando hay grandes eventos y en los días en que se sabe habrá gran afluencia de personas”. Un ejemplo de ello son los días domingo, pues el INDER –Instituto de Deportes y Recreación de Medellín- organiza actividades deportivas y recreativas en las horas de la mañana, como son las ciclovías y los ejercicios aeróbicos; y algunas veces en las tardes dominicales se desarrollan partidos de futbol profesional en el estadio. El resto de los días de la semana la soledad es abrumadora, tanto por los módulos cerrados como por la poca afluencia de visitantes, aspecto que señalan con bastante preocupación los/as venteras/os: “antes, las ventas eran mejores”.
Es tanta la disminución en las ventas que las consecuencias se traducen, según algunos/as venteros/as, en deudas. Compuestas principalmente por el atraso en el pago del arriendo del módulo, el pago de los servicios públicos –a pesar de la financiación hecha anteriormente por la alcaldía para cubrir esta deuda- y los préstamos para inversión. En este último señalan que se han visto forzados por la situación a recurrir a los préstamos denominados “gota a gota”, con intereses devoradores, ya que las entidades bancarias no les aprueban las solicitudes de crédito o no les prestan el dinero suficiente para invertir.
Ante este panorama, la tarea de la Mesa de trabajo -un espacio compuesto por cinco representantes de diferentes zonas de la unidad deportiva- “en miras de buscar y generar propuestas ante la alcaldía y la administración de la UDAG, se ha visto truncado en su interlocución y con poca comunicación entre algunos dirigentes de la Mesa y las/os venteros/as”, tal y como lo expresan varias/os venteras/os. Además, la sensación de desconfianza de esta población hacia la institucionalidad pública la expresan como respuesta al incumplimiento de propuestas por parte de varias administraciones municipales, que busquen el mejoramiento y la dignificación del trabajo; la incomprensión de algunos funcionarios públicos con respecto a la dinámica y problemáticas de las ventas informales y la pobre labor de difusión sobre intervenciones en la UDAG sin tener en cuenta la posición de los/as venteras/os. En palabras de Eduardo Pamplona, esta situación, si no se soluciona, se puede convertir en una “papa caliente”.
Por el momento seguirá la lucha de estas personas, que muchas de ellas se niegan a dejar el oficio de la venta informal, “sosteniendo constantemente los diálogos con la alcaldía y con la administración de la UDAG en la búsqueda de soluciones”, como lo dice Eduardo. Pero, como sugiere Betsabé desde su convicción, “es que cuando todos(as) vamos por el mismo objetivo, a defendernos porque nos vulneran el derecho al trabajo digno, se consiguen muchas cosas y se logra lo que se propone. Pero mientras no exista la presión que nos obligue a actuar y no enfrentemos nuestros problemas, estaremos desunidos/as…y quien quita que nos saquen de aquí”.
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