La crisis del sistema capitalista mundial que estalló en el otoño del año 2008 aún no cesa y sus devastadores efectos han cobijado también a la Unión Europea. El Fondo Monetario Internacional, creado por los poderosos para ajustar a los débiles, terminó con sus recetas por convertirse en el árbitro de la misma. El rigor de sus planes de ajuste se ha hecho sentir sobre las debilitadas economías de Grecia, España, Portugal, Italia, Irlanda y, en general, sobre todo los países de la periferia europea, que compraron su prosperidad al debe y se endeudaron hasta el infinito en busca de la utopía de igualarse con las viejas potencias.
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