30 de septiembre de 2010

La sin salida de las Farc

Por Jaime Vargas Ramírez
Tomado de polog.blogsome.com

Que gran distancia hay, cronológica y políticamente hablando, desde que aparecieron las Farc en 1.964. En esa época, el socialismo a la ofensiva, se anotaba importantes triunfos a nivel mundial. Cuba iniciaba su revolución; Viet Nam resistía con éxito la máquina de guerra desplegada por USA; China y la Unión Soviética alimentaban conatos de revolución en todo el orbe. En América Latina tenían encuentro toda clase de guerrillas: maoistas , troskistas, prosoviéticas, procubanas. África rompía por doquier las cadenas coloniales. Los hippies en Norteamérica protestaban contra la guerra, hacían el amor y fumaban marihuana. Los negros, con Martín Luther King a la cabeza, luchaban por la igualdad de razas. En Europa se conoció el “Mayo Frances”. Se respiraba revolución y antimperialismo. Se desarrollaba una enconada lucha entre el capitalismo y el socialismo y este último avanzaba mientras el capitalismo retrocedía. Era una confrontación ideológica, política y militar a nivel planetario.

A los estudiantes de Colombia nos interesaba más protestar en la calle contra la exclusión del Frente Nacional y las políticas educativas y pro imperialistas, que sacar un diploma. Nos gustaba leer más la propaganda recibida de Moscú, Pekín y La Habana que la historia patria; los revolucionarios más comprometidos y los más alborotados, se iban a entrenar tiro al blanco en Cuba y otros viajaban hasta oriente por yuanes y por rublos; los campesinos recuperaban tierra desalambrando latifundios y los obreros cosechaban éxitos en sus reivindicaciones. Se respiraba revolución, el ánimo de las masas propendía por el combate, toda autoridad fue puesta en duda, patas arriba, había un norte, una intención, una utopía.

Pero todo cambia, decía Heráclito mucho antes que Marx. Y la lucha de clases con su dinámica, le dio un vuelco a todo. El bloque comunista se dividió, la Urss voló en mil pedazos y la China de Mao pasó del tercer mundo al primero y del socialismo al capitalismo, en chicha calma. Entonces el capitalismo emergió como el ave fénix en el campo socialista, pero más ávido y rapaz. Las mafias rusas superaron a las italianas y a las gringas en crueldad y el capitalismo salvaje inicia una contra revolución cultural en el país más poblado del mundo. Hasta un negro manda hoy en la Casa Blanca.

Los primeros gobiernos proletarios que antes se entendían con los partidos de su clase empezaron a hacerlo con todos los gobiernos sin importar su ideología, y dejaron a la deriva a sus seguidores en el mundo. Conectó así el “nuevo capitalismo” surgido de la entraña proletaria, con el de occidente para iniciar una época de capitalismo global, nunca antes conocida, que devora los recursos naturales del planeta y esclaviza la raza humana. En otras palabras, el capitalismo pasó a la ofensiva y el socialismo a la defensiva.

En Latinoamericana se desactivaron las guerrillas, no todas en Colombia. Los partidos de avanzada de la región que asimilaron el golpe, adecuaron la táctica a la derrota estratégica sufrida y entendieron que para enfrentar a la potencia ganadora de la colosal batalla librada, había que replantear la lucha frontal que se libraba por una lucha en el terreno del ganador, en el terreno de la democracia burguesa triunfante porque el campo socialista había dejado de existir.

Esa izquierda nueva que tomó distancia con los centros mundiales del socialismo, entre otras cosas, por las infamias ocurridas detrás de la “cortina de hierro” a nombre de la dictadura del proletariado, entendieron que la cosa era más amplia y el blanco más reducido para poder resistir el embate y conformaron movimientos más heterogéneos, más democráticos, menos dogmáticos. Hoy gobiernan con agenda propia en varios paises de la región y constituyen lo más avanzado en la resistencia global contra el capitalismo salvaje.

Guste o no, los gobiernos democráticos y nacionalistas que han emergido en los últimos años en Latinoamericana constituyen, por el momento, el más grande dique contra la pretensiones hegemónicas de las superpotencias y de las multinacionales en la región. Se reúnen en UNASUR para discutir sus problemas sin la batuta de los gringos y le embolataron el ALCA mientras negocian con otros paises en pie de igualdad.

Pero las Farc y el Eln no se dan por notificados de los cambios acaecidos. Atados al pasado y sumergidos en la jungla, trocaron los argumentos políticos e ideológicos por la militarización de la ideas y apostaron al todo o nada. Ya sin el apoyo material y moral de la revolución mundial que en entraba en retroceso, le apostaron a cobrar caro la derrota utilizando el terror y el narcotráfico como instrumentos predilectos para conseguir sus fines.

No habiendo condiciones para la conquista del poder por las armas y en vez de reconocerlo como otras guerrillas lo hicieron en el continente, al contrario, han querido en forma absurda mantener una guerra injusta que ya acusa gran desgaste y degradación. Como el pueblo que dicen defender no los sigue entonces lo secuestra, lo extorsiona, lo humilla, lo asesina. Y como ya no llegan apoyos del extranjero, pues el narcotráfico resuelve el asunto. Ganar en la negociación lo que no pudieron con la guerra es su última carta, pero en el Caguán desaprovecharon su mejor oportunidad y traicionaron las expectativas creadas para darle paso a una seguidilla de derrotas políticas y militares.

Están entrampados, se levantaron en armas para conquistar el poder pero cincuenta años no han sido suficientes para que entiendan que se les acabó el tiempo, siguen en armas a sabiendas de que están perdidos; hablan de paz pero hacen la guerra y, cuando dialogan con el establecimiento, quieren ganar en la mesa lo que no pudieron en la selva. Sobre la insurrección Marx dijo que jamás se debe jugar a ella, a menos que se esté completamente preparada para afrontar las consecuencias del juego.

Cada acción guerrillera aumenta el odio de los colombianos y cada acción militar en su contra los hace más vulnerables; mejor dicho: malo si combaten y malo si no lo hacen. Lo único que les queda es aceptar la realidad, ¡que han perdido! Y, entre más se demoren peor, para ellos, para la izquierda democrática y para el país, porque más se prolonga el conflicto. Es posible que Alfonso Cano, con más ilustración, entre en razón y se atreva a dar el paso para ganar así una segunda oportunidad sobre la tierra.

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“Para poder triunfar, la insurrección debe apoyarse no en una conjuración, no en un partido, sino en la clase más avanzada. Esto en primer lugar. La insurrección debe apoyarse en el auge revolucionario del pueblo. Esto en segundo lugar. La insurrección debe apoyarse en aquel momento de viraje en la historia de la revolución ascensional en que la actividad de la vanguardia del pueblo sea mayor, en que mayores sean las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los amigos débiles, a medias, indecisos, de la revolución. Esto en tercer lugar. Estas tres condiciones, previas al planteamiento del problema de la insurrección, son las que precisamente diferencian el marxismo del blanquismo”. (V.I. Lenin)

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