—Según encuesta realizada en 14 países desarrollados—
Por Agencia de Información Laboral, Escuela Nacional Sindical
Pese a los ataques mediáticos, políticos y económicos en contra del sindicalismo, no sólo en Colombia sino en todo el mundo, parece ser que una gran parte de la sociedad contemporánea aún se complace con el movimiento sindical y las organizaciones sindicales.
Prueba de ello es un estudio publicado recientemente en la revista Social Indicators Research (Investigación de Indicadores Sociales), especializada en estudios sobre calidad de vida, que demuestra el fuerte vínculo entre la densidad sindical y la satisfacción de vida de los ciudadanos.
El artículo, basado en una investigación hecha por tres académicos norteamericanos, enfocada en la medición de los efectos que los sindicatos tienen sobre la felicidad de la ciudadanía de 14 países desarrollados, sugiere que los sindicatos aumentan la felicidad general de los ciudadanos, con más fuerte impacto en la de aquellos de menos recursos económicos. Estos países fueron: Estados Unidos, Australia, Canadá, Finlandia, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia, Japón, Holanda, Noruega, España, Suecia y Suiza.
Pero no sólo los afiliados a sindicatos reportaron estar más feliz con sus vidas; el impacto positivo de los sindicatos también alcanza a influir la percepción de los trabajadores no sindicalizados. Aunque los afiliados reportaron estar más contentos que sus contrapartes no sindicalizados.
De acuerdo con esta investigación, entre los beneficios otorgados por las organizaciones sindicales se destacan: incremento en la seguridad del empleo, la cual ayuda en momentos de despidos sorpresivos; negociación colectiva, la cual les da a los trabajadores empoderamiento a través de los procedimientos de quejas; y el fortalecimiento de redes sociales en el trabajo, el cual disminuye el aislamiento de cada trabajador.
De acuerdo con los paneles de opinión consultados en el mencionado estudio, el vínculo positivo de los sindicatos con el bienestar subjetivo fue un resultado general, desde el individuo hasta la sociedad nacional. Los países, dentro de los 14 estudiados, con más altas tasas de sindicalización también fueron los países con más altas tasas de felicidad.
Pero la percepción pública positiva que del sindicalismo se tiene en los 14 países desarrollados consultados en el estudio, contrasta con la percepción negativa que de éste se tiene en otros países. En Colombia, por ejemplo, donde después del DAS y el Congreso de la República los sindicatos tienen la percepción menos favorable de todas las instituciones públicas del país.
Por cierto, la historia sindical democrática se asienta en el papel de las organizaciones de trabajadores como fuentes que mejoren el ambiente económico y social de las naciones en procesos de industrialización. Desafortunadamente, con el auge neoliberal y su ataque feroz al sindicalismo, los grandes beneficios redistributivos que promueve la actividad sindical, han estado escondidos detrás del discurso de la competencia, la productividad y la necesidad de eliminar los supuestos rigideces del mercado laboral, y de eliminar también a los sindicatos.
Sin lugar a dudas, en las últimas décadas el sindicalismo internacional ha enfrentado un creciente número de problemas. Mientras las tasas de ganancias han aumentado de manera significativa para los empresarios, han bajado las tasas de afiliación sindical y los salarios han disminuido su participación dentro de la torta global de la riqueza. También el desempleo aumenta, sin que los gobiernos se preocupen de manera contundente; y la estabilidad laboral parece ser cosa del pasado. Ahora nos enfrentamos con un proceso de informalización y precarización laboral sin precedentes.
La creciente debilidad sindical promovida por la ideología y las políticas neoliberales, y proclamada como proceso natural y necesario por los grandes medios de comunicación y las élites políticas, pinta un escenario de apatía y disgusto por la labor y la existencia del sindicalismo como contrafuerza al poder estructural del capital.
Sin embargo, hoy más que nunca vale la pena replantear el valor social de las organizaciones sindicales. Como lo señala el estudio publicado por la revista Social Indicators Research, una fuerte incidencia de los sindicatos en la percepción del bienestar social ayuda a iluminar el camino, en momentos de profundo oscurecimiento económico y político.
La OIT en su Reporte Global de los Salarios, publicado en 2009, hace evidente el vínculo entre el aumento en la desigualdad socio-económica y el debilitamiento de las organizaciones sindicales (medido a través de la caída en la cobertura de la negociación colectiva). Sí ésta tendencia sigue en aumento, tendremos no sólo menos actividad sindical y más inequidad social, sino también un futuro con menos felicidad y más angustia social.
¿Será entonces que por el bienestar social subjetivo podemos volver a plantear la necesidad de reestructura los desequilibrios sociales, promoviendo el fortalecimiento sindical como fuente significativo de la felicidad de los ciudadanos de común?
Por Agencia de Información Laboral, Escuela Nacional Sindical
Pese a los ataques mediáticos, políticos y económicos en contra del sindicalismo, no sólo en Colombia sino en todo el mundo, parece ser que una gran parte de la sociedad contemporánea aún se complace con el movimiento sindical y las organizaciones sindicales.
Prueba de ello es un estudio publicado recientemente en la revista Social Indicators Research (Investigación de Indicadores Sociales), especializada en estudios sobre calidad de vida, que demuestra el fuerte vínculo entre la densidad sindical y la satisfacción de vida de los ciudadanos.
El artículo, basado en una investigación hecha por tres académicos norteamericanos, enfocada en la medición de los efectos que los sindicatos tienen sobre la felicidad de la ciudadanía de 14 países desarrollados, sugiere que los sindicatos aumentan la felicidad general de los ciudadanos, con más fuerte impacto en la de aquellos de menos recursos económicos. Estos países fueron: Estados Unidos, Australia, Canadá, Finlandia, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia, Japón, Holanda, Noruega, España, Suecia y Suiza.
Pero no sólo los afiliados a sindicatos reportaron estar más feliz con sus vidas; el impacto positivo de los sindicatos también alcanza a influir la percepción de los trabajadores no sindicalizados. Aunque los afiliados reportaron estar más contentos que sus contrapartes no sindicalizados.
De acuerdo con esta investigación, entre los beneficios otorgados por las organizaciones sindicales se destacan: incremento en la seguridad del empleo, la cual ayuda en momentos de despidos sorpresivos; negociación colectiva, la cual les da a los trabajadores empoderamiento a través de los procedimientos de quejas; y el fortalecimiento de redes sociales en el trabajo, el cual disminuye el aislamiento de cada trabajador.
De acuerdo con los paneles de opinión consultados en el mencionado estudio, el vínculo positivo de los sindicatos con el bienestar subjetivo fue un resultado general, desde el individuo hasta la sociedad nacional. Los países, dentro de los 14 estudiados, con más altas tasas de sindicalización también fueron los países con más altas tasas de felicidad.
Pero la percepción pública positiva que del sindicalismo se tiene en los 14 países desarrollados consultados en el estudio, contrasta con la percepción negativa que de éste se tiene en otros países. En Colombia, por ejemplo, donde después del DAS y el Congreso de la República los sindicatos tienen la percepción menos favorable de todas las instituciones públicas del país.
Por cierto, la historia sindical democrática se asienta en el papel de las organizaciones de trabajadores como fuentes que mejoren el ambiente económico y social de las naciones en procesos de industrialización. Desafortunadamente, con el auge neoliberal y su ataque feroz al sindicalismo, los grandes beneficios redistributivos que promueve la actividad sindical, han estado escondidos detrás del discurso de la competencia, la productividad y la necesidad de eliminar los supuestos rigideces del mercado laboral, y de eliminar también a los sindicatos.
Sin lugar a dudas, en las últimas décadas el sindicalismo internacional ha enfrentado un creciente número de problemas. Mientras las tasas de ganancias han aumentado de manera significativa para los empresarios, han bajado las tasas de afiliación sindical y los salarios han disminuido su participación dentro de la torta global de la riqueza. También el desempleo aumenta, sin que los gobiernos se preocupen de manera contundente; y la estabilidad laboral parece ser cosa del pasado. Ahora nos enfrentamos con un proceso de informalización y precarización laboral sin precedentes.
La creciente debilidad sindical promovida por la ideología y las políticas neoliberales, y proclamada como proceso natural y necesario por los grandes medios de comunicación y las élites políticas, pinta un escenario de apatía y disgusto por la labor y la existencia del sindicalismo como contrafuerza al poder estructural del capital.
Sin embargo, hoy más que nunca vale la pena replantear el valor social de las organizaciones sindicales. Como lo señala el estudio publicado por la revista Social Indicators Research, una fuerte incidencia de los sindicatos en la percepción del bienestar social ayuda a iluminar el camino, en momentos de profundo oscurecimiento económico y político.
La OIT en su Reporte Global de los Salarios, publicado en 2009, hace evidente el vínculo entre el aumento en la desigualdad socio-económica y el debilitamiento de las organizaciones sindicales (medido a través de la caída en la cobertura de la negociación colectiva). Sí ésta tendencia sigue en aumento, tendremos no sólo menos actividad sindical y más inequidad social, sino también un futuro con menos felicidad y más angustia social.
¿Será entonces que por el bienestar social subjetivo podemos volver a plantear la necesidad de reestructura los desequilibrios sociales, promoviendo el fortalecimiento sindical como fuente significativo de la felicidad de los ciudadanos de común?
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