15 de noviembre de 2011

Por una sana emulación en la izquierda

Por Jaime Vargas
Tomado de polog.blogsome.com

Sin duda alguna, el triunfo del progresismo en Bogotá y la derrota del Polo reconfigura la izquierda de nuevo. Luego de que el PDI y AD se unieran en un solo partido (PDA) sus diferencias no se pudieron conciliar. Son dos izquierdas bien diferentes. La una radical, dogmática y sectaria; la otra moderada, reflexiva e incluyente. No en vano esta última le abrió las puertas a los radicales y en poco tiempo estos se tomaron la dirección del naciente partido, lo que en últimas era su principal objetivo.

Los verdaderos fundadores del Polo y sus tesis, tuvieron que salir a armar tolda aparte ante el raponazo sufrido: Lucho fundó los verdes y Petro el progresismo. Ahora se trata de que al menos estas tres fuerzas hagan causa común dentro de una sana emulación. Si no pueden vivir juntos, como está demostrado, es hora de mirar acuerdos y de conformar alianzas en favor de la ciudadanía. Como hicieron en Bello los verdes, el Polo y los progresistas, quienes mancomunadamente trabajaron por el voto en blanco y ganaron.

Antes las diferencias y contradicciones de la izquierda se dirimieron con métodos poco civilizados, a garrote limpio en la pega de afiches, o en los sindicatos donde la trapisonda y las agresiones físicas y verbales era lo corriente. Las discusiones ideológicas en los “partidos” eran tramitadas en los clandestinos comités centrales de cada organización, a las bases llegaban las decisiones de los iluminados camaradas, pero en la base, cero discusión, solo obediencia. Hoy, afortunadamente, esa discusión de quien “dirige las masas” pasa por la opinión de la gente, los ciudadanos colombianos son los que están determinando que clase de izquierda quiere y apoya. No es como dicen los radicales, que la gente se debe amoldar a sus argumentos, es al contrario, hay que oír a la gente para saber interpretar sus necesidades más sentidas.

Y esto es lo nuevo, y en hora buena, la gente está decidiendo, en la urnas, la clase de izquierda que debe liderar. De manera pues que si se quiere aprovechar al máximo la primavera colombiana, la indignación ciudadana, las tres fuerzas en mención deberían unificar esfuerzos para armar una agenda común con miras a liderar los procesos organizativos y las reivindicaciones sociales y populares, como también ganar, como no, la presidencia dentro de tres años. Y la discusión debe ser abierta, pero franca y fraternal, que los colombianos conozcan de primera mano que están pensando las nuevas fuerzas.

Queda claro además que es el tiempo de la paz y de la moderación en el ejercicio político, fueron derrotadas las posiciones extremas o polarizantes. El péndulo político colombiano ha vuelto, después del Caguán y de la guerra de Uribe contra las Farc, para que se hable de paz, sin repetir los errores del pasado.

A pesar de la falta de gallardía y de la ausencia de autocrítica de la actual dirección del Polo, el progresismo no debe actuar con revanchismo, al contrario, ahora que nos libramos de las eternas discusiones y zancadillas que se daban en el PDA, debemos salir con renovado ánimo a fortalecer el Movimiento Progresista, donde caben conservadores, liberales, independientes y hasta polistas desengañados.

La mejor contribución que la izquierda moderada puede aportarle al conjunto de la izquierda en Colombia, en estos momentos de transición política, es actuar con honestidad en la defensa de lo público, demostrar que podemos gobernar bien para quitarnos de una vez por todas el san benito de que la izquierda solo sirve para ser oposición, como creen algunos de la derecha y otros, no pocos, de la misma izquierda.

No quiero terminar esta reflexión sin rendirle un homenaje a mis amigos Marcelo Torres y Yesid García por sus triunfos en Magangué y Bogotá respectivamente. Son logros conseguidos con gran esfuerzo, sacrificio y perseverancia. ¡Ya era hora de cosechar lo sembrado!

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